viernes, 7 de mayo de 2010


Inteligencia emocional y competencias en el ámbito educativo


La relación existente entre la IE y las competencias sociales se manifiesta en diversos trabajos de investigaciones, cuyos resultados han sido, en relación a la utilización del MEIS, los siguientes:

Los resultados muestran que la IE correlaciona positivamente con la empatía y con los distintos subtipos de ésta, como sentir y compartir emociones, así como la cordialidad paternal, relaciones positivas con la familia y los iguales y satisfacción vital. Correlaciona negativamente con la tendencia a evitar presenciar la expresión y/o manifestación de los estados emocionales de otros. También se ha visto como el alumnado con puntuaciones más elevadas en IE manifestaba una mayor satisfacción ante la vida, un nivel superior de empatía y mejor calidad en sus relaciones interpersonales. Las personas emocionalmente más inteligentes deberían enfrentarse de una manera más exitosa a las situaciones estresantes, ya que son capaces de percibir, evaluar y regular sus emociones.

Estudios hechos en España han probado que la IE, medida a través del MSCEIT, presta su propio peso predictivo sobre distintas variables: actitud prosocial, liderazgo prosocial, habilidades en la búsqueda de soluciones alternativas, habilidades para elegir los medios adecuados, autoeficacia de rendimiento y constancia.

La IE, entendida como conjuto de habilidades cognitivas, manifiesta tener capacidad predictiva significativa, con suficientes e importantes elementos vinculados con la adaptación social y el desarrollo de comportamientos para justificar plenamente la necesidad de poner en práctica programas para su desarrollo.

Educando al Adulto par eduacar al Joven. El papel de la imitación.



El concepto de inteligencia emocional no solo debe referirse a los alumnos, sino también es importante hacer hincapié en las competencias emocionales de los educadores, entendiendo por educador tanto a los padres como a los docentes, amigos, tutores o cualquier adulto que en un momento asuma tal responsabilidad.
La integración de los programas de aprendizaje socioemocional en las escuelas pueden crear un ambiente escolar en que el aprendizaje socioemocional se integra en el desarrollo personal del alumnado, en aprender a partir de los problemas comportamentales que vayan surgiendo y en prevenir futuros problemas.

Albert Bandura señala que la mayoría de las conductas humanas se trasmiten socialmente a través de los ejemplos que proporcionan personas influyentes para un sujeto, el cual las observa y las reproduce. La observación de los demás nos permite hacer una idea de cómo se efectúa una conducta nueva y sus consecuencias, información que codificamos y posteriormente utilizamos como guía de nuestras acciones. De la misma forma, las reacciones emocionales de otros ante una situación y la evaluación de sus consecuencias, nos aportan información de los resultados positivos o negativos que podríamos experimentar si gestionamos nuestras emociones ante una situación similar. Con frecuencia, las formas más inadecuadas, socioemocionalmente hablando, de resolver un conflicto pueden ser positivamente reforzadas (como conseguir tras una agresión, el objeto deseado) o negativamente reforzadas (conseguir tras un grito, evitar que el alumno hable demasiado alto en clase). Por tanto, deberemos cuidar qué reforzamos y cuándo lo hacemos.

A través del aprendizaje por imitación se aprenden modos inadecuados de manejar emociones, que pueden utilizarse para adquirir competencias socioemocionales adecuadas. Concretamente, con la incorporación del condicionamiento vicario en los programas educativos, podemos provocar tres efectos principales:
  • Modelado: Supone el aprendizaje de respuestas nuevos. El modelo debe exhibir repuestas nuevas y el observador reproducirlas de forma sustancialmente idéntica. Ejemplo: que una persona represente ante un conflicto como actuar de forma no violenta y después el otro la reproduzca).

  • Inhibición o deshibición de conductas aprendidas anteriormente y que forman, por tanto, del repertorio conductual del sujeto: La observación de modelos puede fortalecer o debilitar las respuestas inhibitorias. La diferencia con el anterior, es que la persona si que sabe hacer lo que hace el modelo, pero en una frecuencia poco deseada.

  • Facilitación social o provocación de respuestas existentes en nuestro repertorio de conducta: La observación de modelos a veces provoca en el observador respuestas de emulación aprendidas previamente simplemente porque la percepción de actos de un determinado tipo sirve como disparador de repuestas de la misma clase.

    Cuando se observa actuar a un modelo se adquieren principalmente representaciones simbólicas de las actividades efectuadas por éste. En este tipo de aprendizaje, el papel de los procesos cognitivos es fundamental en la determinación de la conducta. Los procesos que dirigen el aprendizaje por observación son: atención, retención, reproducción y motivación.

    En cuanto a los procesos motivacionales, Bandura (1982) considera que para que se produzca este aprendizaje es preciso que se dé:

    1)Refuerzo externo de la reproducción de la respuesta del modelo (que el profesor, refuerce al niño cuando realiza la conducta mostrada por el modelo)



    2) Refuerzo vicario. Recompensa que recibe el modelo por emitir tan conducta, sin necesidad de ser nosotros mismos reforzados. El niño observa resolver de forma no violenta un conflicto entre compañeros, éstos le manifiestan gratitud y alabanzas.



    3)Autorreforzamiento. Las personas se imponen a sí mismas ciertas normas y responden ante sus propias conductas de forma autorrecompensante o autopinitiva.

    Mediante el aprendizaje observacional no sólo incorporamos a nuestro repertorio de comportamientos las pautas de respuesta socioemocionales prevalentes en nuestra sociedad, sino que también generamos patrones de acciones eficaces para participar en ella.


    No hay comentarios:

    Publicar un comentario